Terapia de grupo

¿Cuándo debemos recurrir a una terapia de grupo?

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Las terapias de grupo nos permiten superar situaciones traumáticas y trastornos emocionales y mentales en un entorno colectivo. Trabajando con personas que padecen los mismos problemas que nosotros.

En las sesiones de grupo, cada uno de los miembros expone sus preocupaciones y buscan herramientas y habilidades que les permitan superar sus problemas; siempre bajo la supervisión y moderación de un profesional.

En la sociedad en la que vivimos tendemos a pensar que nuestros problemas son exclusivamente propios. Que nadie está atravesando por una situación parecida. El simple hecho de conocer a otras personas que padecen problemas similares, ya nos da fuerza para poder encararlos de otra manera.

Desde que somos niños hemos escuchado la idea de que cada persona es un mundo. Es evidente que cada uno de nosotros somos diferentes, tenemos nuestras particularidades. Pero si viviéramos en casas con paredes de cristal nos daríamos cuenta de que muchos de nuestros problemas no difieren tanto de los que tiene el vecino.

Esto se debe a que estamos inmersos en una práctica social. Nos desenvolvemos en un entorno colectivo, histórica y geográficamente determinado. Los problemas mentales y emocionales están influidos por el momento histórico y el lugar geográfico en el que estamos.

Si viviéramos en la Inglaterra de la Revolución Industrial, probablemente nuestros problemas serían otros o tendríamos una perspectiva distinta para enfrentarlos. La resolución en grupo de ciertos trastornos mentales y emocionales es provechosa para el enfermo.

Desde la terapia en grupo se pueden afrontar problemas derivados de la violencia machista, superar adicciones, facilitar la integración de grupos migrantes en un país extranjero, abordar la ansiedad, ayudar a los jóvenes a enfrentar problemas propios de su edad, etc.

Irina, una joven de 21 años de Barcelona, nos cuenta que su integración en la universidad fue traumática. Se sentía sola y no conseguía hacer amigos en la facultad. Esto le generaba una frustración que afectaba a su rendimiento académico y a su estabilidad emocional. Acudió a una terapia en grupo impartida por el Centro de Psicología Canvis, un gabinete de psicólogos clínicos de la ciudad condal formada por profesionales de una larga experiencia. Su participación en la terapia le proporcionó herramientas para salir de su aislamiento.

A pesar de los innumerables beneficios de la terapia de grupo, esta no es adecuada en todos los casos. Por ejemplo, un enfermo con depresión crónica no es conveniente que acuda a un grupo de terapia hasta que la enfermedad no esté estabilizada. El psiquiatra le indicará el momento oportuno.

Conozcamos un poco más sobre esta valiosa herramienta de salud mental que es la terapia de grupo.

El método Minnesota.

El método Minnesota supuso, a mediados del siglo XX, un salto cualitativo en el tratamiento de las adicciones. En concreto, del alcoholismo. Hoy se utiliza para abordar una gran variedad de trastornos, no solo la dependencia al alcohol y las drogas.

Conocemos el método Minnesota porque es la filosofía con la que funcionan los grupos de Alcohólicos Anónimos. En los años 50, tres centros clínicos de este estado de Estados Unidos (Pioneer House, Hazelden y Willmar State Hospital) empezaron a aplicar este sistema revolucionario.

En sesiones grupales, uno de los miembros se levantaba y se presentaba ante sus compañeros. Decía: “Soy Michael” (su nombre) y contaba su experiencia. El grupo, formado por personas que tenían la misma dependencia, se hacía responsable no solo de la curación individual, sino de mantener sobrio a cada uno de los miembros del grupo. La dinámica de grupo era la fuerza principal de este tratamiento.

Nos cuenta la revista Adictalia que el sistema Minnesota aplicaba un enfoque rompedor en su momento. Concebía a los alcohólicos como personas enfermas, que lo eran al margen de su voluntad y cuya enfermedad les acompañaría de por vida. Ellos, los enfermos, podían tomar la determinación de no recaer en la bebida. Algo que con el apoyo del grupo era más fácil de conseguir que si lo hicieran solos por su cuenta.

Hasta ese momento, y en cierto modo en la actualidad, la sociedad tendía a estigmatizar al alcohólico. Opinaba que era así por decisión propia. En muchas ocasiones defendía que era por características personales. Negándole al alcohólico cualquier posibilidad de recuperarse y llevar una vida normal.

La terapia de grupo.

Al margen del método Minnesota, a principios del siglo XX ya había algunos médicos que organizaban grupos con sus pacientes como instrumento de apoyo a las visitas individuales. Reunir a diferentes enfermos con la misma enfermedad proporcionaba buenos resultados que favorecían la recuperación.

En 1931, el psiquiatra de origen rumano Jacob Levy Moreno comienza a aplicar una terapia de grupo en el penal de Sing Sing de Nueva York. En aquel momento, las cárceles mezclaban presos comunes con personas que sufrían algún tipo de enfermedad mental. La terapia de grupo permitió que los sujetos se hicieran conscientes de que padecían una enfermedad mental y les dio herramientas para que decidieran curarse.

En 1941, el psicólogo polaco Kurt Lewin acuña el término “Dinámica de Grupo”. Para él, un grupo es un conjunto de personas independientes que forman un todo que representa mucho más que la suma de sus integrantes. Con este enfoque está reconociendo el poder transformador y curativo del grupo.

La revista médica  Top Doctors señala que el objetivo de la terapia de grupo es que las personas potencien el cambio de conductas necesario para superar un trastorno, un conflicto o un trauma.

En la salud mental y emocional, la curación depende en gran medida de los cambios personales que efectúe el individuo. No hay salvadores que nos vayan a curar. Las instrucciones o fármacos que nos receten el psiquiatra o el psicólogo son una ayuda, pero no un remedio definitivo. Claro, todo esto depende de la enfermedad de la que estemos hablando, pero en cualquier caso, el trabajo individual es decisivo.

La dinámica de grupo hace que este trabajo individual sea compartido. En los grupos se establecen sinergias y relaciones entre los pacientes y entre estos y el terapeuta.

Se ha demostrado que los cambios de conducta individuales son más estables y duraderos en el tiempo cuando se han fraguado en una terapia de grupo.

Algunos trastornos que se pueden tratar con terapia de grupo.

La terapia de grupo nos sirve igual para tratar problemas sociales que afecten al individuo como otros problemas de índole más personal. Estas son algunas enfermedades y trastornos para los que se utiliza la terapia grupal:

1.      Depresión.  La terapia de grupo ofrece un entorno de apoyo donde los pacientes pueden compartir sus experiencias y estrategias para afrontar la depresión. El grupo contribuye a  reducir el aislamiento propio de la enfermedad.

2.      Ansiedad. Los grupos ayudan a los participantes a aprender técnicas y herramientas que les facilita manejar los episodios de ansiedad. Proporcionando un espacio seguro para superar las situaciones temidas.

3.      Trastorno de Estrés Postraumático (T.E.P.T.).  La utilidad en estos casos es parecida a la de los trastornos de ansiedad. El grupo ayuda a que el individuo supere, entre otras cosas, la sensación de alerta permanente.

4.      Trastornos alimentarios. La terapia de grupo se utiliza como refuerzo para abordar trastornos como la anorexia, la bulimia y la alimentación compulsiva, dotando al enfermo de estrategias para vencer sus impulsos.

5.      Trastorno Bipolar. Los grupos ayudan a los pacientes a gestionar los cambios de humor propios de la enfermedad. Como el paso de la euforia a la tristeza.

6.       Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos. Aquí la terapia en grupo se puede centrar en el desarrollo de habilidades sociales y en romper el aislamiento social al que, en ocasiones, conduce la enfermedad.

7.      Trastornos de la personalidad. La terapia de grupo es útil para abordar enfermedades como el Trastorno Límite de la Personalidad, ya que crea un espacio de interrelación, en la que el paciente obtiene la retroalimentación de los compañeros.

8.       Trastornos Obsesivo-Compulsivos (T.O.C.). La terapia de grupo proporciona estrategias para manejar las obsesiones y dota al enfermo de herramientas para controlar sus impulsos inconscientes.

9.      Trastornos del sueño. Para las personas que sufren insomnio recurrente y otros trastornos del sueño, la terapia de grupo les puede ayudar a adquirir técnicas de relajación y a superar la ansiedad, que a veces, producen estos trastornos.

10.  Problemas familiares. La terapia de pareja o las terapias familiares no dejan de ser una modalidad de terapia de grupo, en el que se crea un ambiente seguro en el que las personas puedan expresar con libertad sus pensamientos, mejorar la comunicación en la familia y adquirir habilidades para resolver los conflictos.

11.  Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Los grupos para adultos con TDAH suelen centrarse en estrategias para mejorar la organización, la gestión del tiempo y la autorregulación, además de proporcionar apoyo mutuo.

12.  Estrés. Son frecuentes los grupos de terapia para superar el estrés. En ellos, además de aprender técnicas de relajación, crean un espacio favorable para que los afectados puedan desprenderse temporalmente de sus preocupaciones.

En la mayoría de los casos, la terapia de grupo permite romper el aislamiento al que somos propensos cuando padecemos cualquier trastorno de salud mental o emocional.

 

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