En mitad del ajetreo y las responsabilidades actuales, cada día son más mayoría los que no queremos ni pensar en que uno de nuestros queridos mayores se pongan enfermos y necesiten cuidados diarios.
Muchos lo podemos ver como algo fastidioso, pero a menudo perdemos de vista un aspecto fundamental: el profundo vínculo de amor y de la responsabilidad que tenemos hacia aquellos que, en algún momento de nuestras vidas, nos brindaron su cuidado y protección.
Es hora de volver al origen
En nuestras vidas, nuestros padres y abuelos han sido los pilares que nos sostuvieron desde que no podíamos valernos por nosotros mismos. Nos regalaron su amor, su atención y su cuidado constante durante esa larga etapa, haciéndolo lo mejor que podían a pesar de todas las limitaciones con las que seguro contaron. Es cierto que hay casos particulares de familias disfuncionales que no han aportado ni las cosas básicas a muchas criaturas. Pero ahí entra la elección de demostrar que el ojo por ojo no funciona como justicia, sino como venganza y para hacer que personas buenas que fueron víctimas se vuelvan igual de malos que sus agresores.
La vida siempre nos da la oportunidad de devolver el bien que un día nos hicieron y también de elegir dar el bien a personas que no se lo merecen del todo para darles una lección y conservar la bondad de nuestros corazones
A muchos de nosotros también nos puede la comodidad y la presión social y nos tienta la idea de recurrir a instituciones especializadas para el cuidado de nuestros seres queridos. A pesar de ello, es crucial que cambiemos de enfoque y recordemos que el cuidado familiar no solo es un acto de amor, sino también uno de gratitud por todas las veces que ellos lo han hecho por nosotros.
Al cuidar a nuestros padres en casa, les brindamos el confort y la seguridad que tanto necesitan en esta etapa tan dura de sus vidas. Además, les proporcionamos un entorno donde puedan sentirse queridos, valorados y completamente comprendidos, porque no están con extraños, están con su familia.
No os olvidéis que todo en la vida es un ciclo, y cada ciclo tiene sus principios y sus cierres. Se debe mirar como una oportunidad para volver a conectar con quienes pasamos la primera parte de nuestra vida, unirnos mucho más a ellos y aprovechar para solucionar todas las cuestiones, problemas, carencias e, incluso, cumplir algún deseo que otro junto a ellos.
A pesar de nuestros deseos, tenemos que reconocer que el cuidado de algún familiar puede ponernos en situaciones muy difíciles y obligarnos a hacer sacrificios que, a veces nos harán dudar de lo correcto, pero si resistimos, al final valdrá la pena.
Todas estas situaciones nos enseñan la importancia de la paciencia, la compasión y la dedicación, fortalecen nuestros lazos afectivos y enriquecen nuestras vidas de formas inimaginables.
Aprendiendo a cuidar
Es normal sentirse totalmente agobiado al tener que enfrentarnos, de repente, a la nueva responsabilidad de cuidar a nuestros padres cuando se hacen mayores, sobre todo si no tenemos experiencia en temas de salud o en atención personal.
La cuestión es que, cuando ellos nos tuvieron a nosotros, tampoco sabían cómo cuidar a un bebé y se vieron forzados a aprender cómo hacerlo. Ahora, toca a la inversa.
Además, ahora tenemos acceso a una amplia gama de recursos que pueden ayudarnos en este viaje de aprendizaje: internet, bibliotecas, tutoriales de YouTube… incluso consultas con especialistas médicos que resuelvan nuestras dudas. No los subestimes porque estos recursos no solo nos proporcionan conocimientos prácticos, también nos dan la confianza que necesitamos para cuidar a nuestros ancianos de manera efectiva y segura.
¿De dónde sacamos los materiales necesarios?
Me resulta completamente lamentable que, en muchos casos, las barreras económicas y sociales dificulten el acceso a los recursos necesarios para cuidar adecuadamente a nuestros padres o abuelos. Ya no hablamos solo de la falta de dispositivos ortopédicos o de la escasez de atención médica especializada, sino de todo lo necesario para poder cuidar a un anciano en nuestra propia casa.
Sin embargo, al igual que nuestros padres hicieron todo lo posible para proporcionarnos lo que necesitábamos durante nuestra crianza, nosotros también podemos movilizarnos para obtener los recursos necesarios para su cuidado.
Ya sea a través de programas de asistencia social, tiendas de productos ortopédicos, como La Tienda del Cuidador, o incluso de donaciones comunitarias, es crucial superar estas barreras y garantizar que quienes nos dieron tanto reciban el apoyo que merecen.
Recuerda mirar todas las opciones posibles a tu alcance. Otra opción es buscar en mercados de segunda mano o ventas de garaje, donde encontrarás artículos en buen estado a precios mucho más accesibles. También tendrías que investigar programas gubernamentales o subsidios destinados al cuidado de personas mayores, y, además, consultar con profesionales de la salud y trabajadores sociales que puedan orientarte sobre las mejores opciones disponibles. Tampoco descartes la idea de colaborar con grupos y organizaciones comunitarias dedicadas al cuidado de ancianos, pueden proporcionar acceso a recursos y apoyo adicional para enfrentar los desafíos económicos y sociales relacionados con el cuidado de nuestros seres queridos mayores.
Un llamado al amor
En última instancia, debéis recordar que cuidar de nuestros seres queridos en su vejez no debería ser visto como una carga, sino como una oportunidad valiosísima para expresar nuestro amor y gratitud. Cada pequeño gesto de cuidado que ofrecemos es una afirmación de nuestro vínculo emocional con ellos y un testimonio de nuestra responsabilidad como hijos y familiares.
Es fundamental honrar este legado de amor y devoción que una vez tuvieron para con nosotros y, en consecuencia, devolvérselo a nuestros seres queridos cuando se nos hacen mayores. No se trata solo de realizar tareas diarias, sino de brindarles un sentido de seguridad y apoyo emocional en esta etapa de sus vidas tan difícil.
Es un acto de amor que trasciende las palabras y que nos conecta profundamente con nuestra esencia más humana. Cada momento que pasamos cuidando a nuestros seres queridos es una oportunidad para fortalecer nuestros lazos familiares y crear recuerdos duraderos llenos de amor y afecto.
Por tanto, abracemos esta responsabilidad con el corazón abierto y cuidemos a quienes nos cuidaron con el mismo cariño y atención que ellos nos brindaron a nosotros.