Aumenta el consumo de agua embotellada para prevenir problemas de salud

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En los últimos años, el consumo de agua embotellada ha experimentado un crecimiento notable en todo el mundo, y España no es una excepción. Cada vez más personas optan por esta alternativa con la idea de proteger su salud y garantizar que el agua que ingieren esté libre de impurezas o contaminantes. Este cambio en los hábitos de consumo se debe a una combinación de factores que incluyen la preocupación por la calidad del agua del grifo, la desconfianza hacia las infraestructuras de abastecimiento y la creciente conciencia sobre los efectos que ciertos elementos presentes en el agua pueden tener a largo plazo en el organismo. Aunque en muchos lugares el agua de red cumple con los estándares de potabilidad establecidos, hay quienes prefieren no correr riesgos y buscan la seguridad y el sabor que les ofrece el agua embotellada.

Una de las razones más citadas para justificar esta preferencia es la percepción de que el agua embotellada es más pura. En algunas zonas, la presencia de tuberías antiguas, con posibles filtraciones o acumulaciones de metales, genera desconfianza en los consumidores. Incluso aunque el agua suministrada cumpla con las normativas, el recorrido que realiza hasta llegar al hogar puede alterar su calidad, ya sea por el contacto con materiales deteriorados o por posibles contaminaciones puntuales. Ante esa incertidumbre, muchas personas optan por la opción embotellada, ya que esta pasa por procesos de filtrado y envasado controlados en entornos que garantizan la ausencia de elementos nocivos para la salud.

El sabor es otro de los factores que impulsa este cambio de costumbres, tal y como nos indican estos proveedores de café para empresas en Madrid, Agua La Marea, quienes nos cuentan que, en algunas regiones, el agua del grifo presenta un sabor más fuerte debido a la concentración de minerales o a la presencia de cloro utilizado para su desinfección. Aunque este cloro es esencial para eliminar microorganismos peligrosos, su gusto característico resulta desagradable para muchas personas. El agua embotellada, por su parte, suele ofrecer un sabor más neutro y agradable, lo que la convierte en la opción preferida tanto para beber directamente como para preparar infusiones, café o comidas.

Asimismo, existe una creciente preocupación por los microorganismos y sustancias químicas que, aunque se encuentren en cantidades muy bajas, podrían tener efectos acumulativos en la salud. La información disponible sobre contaminantes como nitratos, pesticidas o microplásticos ha hecho que algunos consumidores se inclinen por el agua envasada, especialmente si esta procede de manantiales naturales y cuenta con certificaciones de pureza. Esto se acentúa en familias con niños pequeños, personas con sistemas inmunitarios debilitados o mujeres embarazadas, que buscan reducir cualquier riesgo potencial.

El turismo y los viajes también han contribuido al aumento del consumo de agua embotellada. En destinos donde no existe total confianza en la calidad del agua local, los visitantes recurren de forma casi automática a las botellas como medida preventiva. Esta costumbre, adquirida durante las vacaciones, a menudo se mantiene al regresar a casa, reforzando la percepción de que el agua envasada es la opción más segura.

¿Qué zonas de España tienen la peor agua de la traída?

Aunque en general el agua del grifo en España es segura, varias zonas del país enfrentan problemas que afectan su calidad, sabor y aceptabilidad, llevando a muchos habitantes a preferir agua embotellada en su día a día.

En áreas del sur y del levante, como Valencia, Murcia, Almería y Teruel, el agua destaca por su dureza, con altas concentraciones de minerales como calcio y magnesio que alteran su sabor y dejan residuos calcáreos en grifos y electrodomésticos. También en Mallorca, Albacete, Jaén, y Zaragoza el problema de dureza se repite, lo que genera molestias notables al beber y cocinar.

Alarmas más serias se han detectado en algunos casos específicos. En Lebanza (Palencia), la presencia de E. coli en el agua evidencia un problema grave de contaminación fecal y un tratamiento inadecuado. Ciudad Real ha registrado niveles de trihalometanos cercanos al límite legal, sustancias derivadas de la cloración, lo que preocupa en términos de salud a largo plazo. En Zaragoza, Palma de Mallorca, Huelva, Logroño y Barcelona, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha identificado agua con sabor desagradable, duro, con presencia de microorganismos, o con desinfección insuficiente.

Más recientemente, algunas localidades rurales han elevado las alarmas. En varios pueblos de Albacete (como Pétrola, Viveros o Abengibre), se superaron los límites legales de nitratos, asociados en gran medida a vertidos agrícolas, lo que compromete la potabilidad del agua. En Azila áreas como Lebanza y la Merindad de Estella (Navarra), la contaminación por nitratos y bacterias debida a actividades ganaderas también ha generado investigaciones y preocupación.

Incluso en zonas urbanas como Ávila, se han suspendido temporalmente usos básicos del agua, como beber o cocinar, debido a altos niveles de manganeso que resultan riesgosos para segmentos vulnerables de la población.

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