¿Cómo debemos proteger la salud bucodental de los más pequeños?

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Proteger la salud bucodental de los más pequeños es una tarea fundamental que debe comenzar desde los primeros meses de vida y mantenerse como una rutina constante a lo largo de la infancia. Una boca sana no solo influye en la capacidad de masticar y hablar correctamente, sino que también tiene un impacto directo en la autoestima, el bienestar general y el desarrollo físico y social del niño. Por ello, es importante que tanto padres como cuidadores comprendan la relevancia de establecer hábitos adecuados desde una edad temprana.

El cuidado bucodental empieza incluso antes de la aparición de los primeros dientes. Aunque no siempre se le da importancia, limpiar las encías del bebé con una gasa húmeda o un dedal de silicona tras las tomas ayuda a eliminar restos de leche y bacterias, y prepara la boca para la futura erupción dental. Una vez que comienzan a salir los primeros dientes de leche, generalmente alrededor de los seis meses de edad, se debe introducir el cepillado con un cepillo de cerdas suaves adaptado a su edad. La higiene bucal debe realizarse al menos dos veces al día, siendo la noche el momento más importante, ya que durante el sueño disminuye la producción de saliva y aumenta el riesgo de caries.

El uso de dentífrico con flúor, en cantidades adecuadas a la edad del niño, también es esencial en la prevención de las caries. Muchos padres temen el uso del flúor en los primeros años, pero los odontopediatras recomiendan su aplicación desde la aparición del primer diente, siempre que se respeten las dosis recomendadas. A medida que el niño crece y mejora su coordinación, puede comenzar a cepillarse solo, aunque la supervisión de un adulto sigue siendo necesaria hasta aproximadamente los ocho o nueve años, para garantizar una limpieza efectiva.

Además de la higiene diaria, la alimentación desempeña un papel clave en la salud bucodental infantil. Reducir el consumo de azúcares, especialmente en forma de golosinas, zumos industriales o bebidas azucaradas, ayuda a disminuir el riesgo de caries. Es importante ofrecer a los niños una dieta equilibrada que incluya frutas, verduras, lácteos, cereales integrales y proteínas, ya que estos nutrientes fortalecen los dientes y las encías. También conviene evitar el hábito de mojar el chupete en sustancias dulces o dejar que los niños se duerman con el biberón lleno de leche o zumo, prácticas que pueden favorecer la caries del lactante.

La visita al odontopediatra es otro pilar fundamental en la prevención y, en este sentido, la Dra. Beatriz Álvarez López de la Clínica dental Tapia nos recomienda que la primera consulta se realice antes del primer año de vida o cuando aparezca el primer diente. Estas visitas tempranas permiten detectar cualquier anomalía en el desarrollo dental, orientar a los padres sobre la higiene y la alimentación adecuada, y crear una relación de confianza entre el niño y el profesional. A partir de ahí, las revisiones deben hacerse de forma periódica, al menos una vez al año, salvo que el especialista indique una frecuencia mayor.

El ejemplo de los adultos también influye enormemente en la adquisición de buenos hábitos por parte de los niños. Si los pequeños observan que sus padres se cepillan los dientes con regularidad, visitan al dentista y se preocupan por su salud bucal, es más probable que adopten estas conductas como parte natural de su rutina diaria. Además, hacer del cepillado un momento agradable y positivo, en lugar de una obligación o castigo, contribuye a que los niños lo integren de forma más fluida en su vida.

¿Cuáles son los problemas bucodentales más graves que pueden sufrir los niños?

Los problemas bucodentales en los niños pueden variar en gravedad, pero algunos de ellos tienen un impacto significativo tanto en su salud general como en su desarrollo físico y emocional. Uno de los problemas más comunes y a la vez más preocupantes es la caries dental. Aunque puede parecer una afección sencilla, la caries no tratada puede evolucionar rápidamente, causando dolor intenso, infecciones y, en casos severos, la pérdida prematura de piezas dentales. Esto no solo afecta la función masticatoria, sino que también puede interferir en el habla y en la correcta alineación de los dientes permanentes que aún están por salir.

Otro problema serio es la enfermedad periodontal, que, aunque es más frecuente en adultos, también puede afectar a los niños, especialmente si no mantienen una higiene adecuada. La inflamación de las encías, conocida como gingivitis, puede progresar a periodontitis, lo que pone en riesgo el soporte de los dientes. En edades tempranas, esta condición puede estar relacionada con factores genéticos, hábitos incorrectos o enfermedades sistémicas, y requiere un tratamiento específico para evitar daños irreversibles.

Además, los trastornos en la erupción dental son una preocupación frecuente. En algunos casos, los dientes pueden salir en posiciones incorrectas o tardar mucho tiempo en aparecer, lo que genera maloclusiones o problemas en la mordida. Estas alteraciones pueden afectar la estética facial, dificultar la higiene dental y causar molestias al masticar. Si no se corrigen a tiempo, pueden requerir tratamientos ortodónticos más complejos en el futuro.

Los traumatismos dentales constituyen otro grupo importante de problemas graves, especialmente porque los niños son propensos a caídas y golpes durante el juego o la práctica deportiva. Estos traumatismos pueden provocar desde pequeñas fracturas hasta la pérdida completa del diente. La intervención rápida es crucial para preservar la pieza dental o, en su defecto, para planificar soluciones que eviten consecuencias a largo plazo, tanto funcionales como estéticas.

Por último, aunque menos frecuente, existen enfermedades congénitas o malformaciones orofaciales que pueden afectar la salud bucodental infantil. Problemas como el labio leporino o el paladar hendido requieren una atención multidisciplinar desde muy temprano para garantizar un desarrollo adecuado y minimizar complicaciones asociadas a la alimentación, el habla y la higiene oral.

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