Tener un vehículo es mucho más que disfrutar de la libertad que ofrece. Es un compromiso constante con su mantenimiento, no solo para las necesidades individuales, sino también para la seguridad vial colectiva. Un coche bien mantenido reduce la probabilidad de fallos mecánicos inesperados, aumenta su vida útil y preserva su valor de reventa. Ignoran las revisiones y el cuidado diario, los pequeños problemas pueden convertirse en averías mayores y peligrosas.
El exterior, el primer escudo del coche
La apariencia de un coche es un indicador directo de su estado general y del cuidado que ha recibido. Sin embargo, el mantenimiento exterior va mucho más allá de lo puramente estético. La carrocería y la pintura actúan como barrera protectora frente a la oxidación y la degradación causada por la intemperie.
La limpieza eficaz: más allá de lo estético
La suciedad acumulada no es solo polvo. Contiene partículas metálicas, restos de polución, excrementos de pájaros y resina de árboles, elementos que actúan como abrasivos o corrosivos. Si se permite que estos contaminantes permanezcan en la superficie, se incrustan en el barniz y la pintura, causando microarañazos y manchas permanentes. Además, un lavado adecuado debe ser metódico.
Una limpieza profunda no solo elimina la suciedad superficial, sino también los contaminantes más agresivos. Según explican en WashSupreme, una de las claves para una limpieza exterior eficaz es la técnica de prelavado, que consiste en la aplicación de un agente limpiador sin contacto físico. Esta técnica permite ablandar la suciedad incrustada, minimizando el riesgo de arañazos y microabrasiones en la capa de barniz antes de utilizar guantes o esponjas de lavado. Este proceso es crucial, especialmente para vehículos con acabados delicados o colores oscuros. Una vez finalizado el lavado, el secado, se deben utilizar paños o gamuzas de microfibra de alta calidad, que absorban el agua sin fricción, para evitar marcas de agua.
Cuidado de la pintura y la chapa: protección UV y sellado
Una vez limpio, el vehículo necesita protección. El principal enemigo de la pintura a largo plazo es la radiación ultravioleta (UV) del sol, que deshidrata el barniz y provoca que el color se apague. Para combatir esto, existen tratamientos protectores como la cera, que ofrecen una capa hidrofóbica temporal y proporcionan un brillo inmediato; los selladores sintéticos, de mayor durabilidad que las ceras naturales y protección química más resistente; o el recubrimiento cerámico, una capa de protección semipermanente sobre el barniz que aumenta la resistencia a los productos químico y a los rayos UV.
La revisión periódica de la chapa también incluye la inspección de pequeños desconchones o arañazos profundos. Si un impacto ha penetrado hasta la chapa, se debe reparar inmediatamente, para evitar que la humedad penetre y comience a oxidarse.
El chasis: proteger los bajos del óxido y la sal
La parte inferior del vehículo está expuesta constantemente a salpicaduras, barro y humedad. En zonas costeras o donde las nevadas son habituales, es recomendable realizar un lavado de bajos periódico y aplicar tratamientos anticorrosivos especializados. Un chasis debilitado por el óxido compromete la integridad estructural del coche y su seguridad.
El motor y los fluidos: el corazón de la máquina
Si la carrocería es la piel, el motor es el corazón del coche, y los fluidos son su sistema circulatorio. Mantener los niveles y la calidad de estos líquidos es la acción preventiva más importante para garantizar la salud mecánica y evitar las averías más costosas.
El aceite: la sangre que lubrica
La función del aceite de motor es triple: lubricar, refrigerar y limpiar. Reduce la fricción entre las piezas móviles, disipa el calor generado por el rozamiento y mantiene las partículas de suciedad en suspensión para que puedan ser capturadas por el filtro. La Dirección General de Tráfico (DGT) subraya la importancia de respetar los periodos de sustitución del aceite recomendados por el fabricante, ya que de ello depende el correcto funcionamiento del motor. Es vital cambiar el aceite junto con el filtro, ya que un filtro saturado puede liberar contaminantes que ha retenido, provocando un problema más grave. No verificar el nivel de aceite con regularidad es uno de los descuidos más comunes. Debe hacerse con el motor en frío y el coche en una superficie plana.
El sistema de refrigeración: mantener la temperatura a raya
El motor genera una gran cantidad de calor, y el líquido refrigerante (anticongelante) es el encargado de absorberlo y disiparlo a través del radiador. Utilizar agua del grifo en lugar de un refrigerante de calidad es un error grave, ya que el agua contiene minerales que provocan calcificación y óxido en el circuito, además de tener un punto de ebullición más bajo y carecer de las propiedades anticongelantes necesarias para proteger el motor en invierno. El refrigerante debe sustituirse periódicamente, por lo general cada dos años, ya que sus propiedades anticorrosivas se degradan con el tiempo.
Líquidos vitales: frenos y dirección
El líquido de frenos es higroscópico, lo que significa que, con el tiempo, absorbe humedad. A su vez, esta humedad reduce el punto de ebullición del líquido y puede comprometer la eficacia de frenado. Esto se da principalmente en frenados intensos, que pueden hacer hervir el líquido, creando burbujas de vapor que compliquen la acción. Para evitarlo, se recomienda sustituir el líquido de frenos cada dos o tres años.
En el caso de la dirección asistida, el líquido debe estar en su nivel correcto para asegurar un giro suave y preciso. Cualquier anomalía o ruido al girar debe ser revisado por un profesional.
Neumáticos, frenos y amortiguadores
Estos tres elementos forman el llamado “triángulo de la seguridad activa”. Son los únicos que mantienen el coche pegado al suelo y garantizan que el vehículo responda adecuadamente a las órdenes del conductor.
Neumáticos: el contacto con el asfalto
Los neumáticos son el punto crucial de conexión entre el coche y la carretera. Su estado influye directamente en la distancia de frenado, la estabilidad en curva y la resistencia al aquaplaning. El Real Automóvil Club de España (RACE) enfatiza que, aunque el límite legal de profundidad del dibujo es de 1,6 mm, es aconsejable que la profundidad no sea inferior a 3 mm para mantener una evacuación de agua efectiva.
Para asegurarse de que estén en condiciones, a los neumáticos se les deben hacer dos chequeos esenciales. El primero es la presión, que debe realizarse al menos una vez al mes, siempre en frío. Circular con una presión inadecuada provoca un desgaste irregular y aumenta el consumo de combustible. La segunda es controlar la fecha y estado visual, si bien no caducan oficialmente, pierden propiedades. El aspecto se debe controlar por si se presentan grietas o envejecimiento. Las ruedas de más de 10 años, incluso con buen dibujo, deberían ser consideradas para su sustitución.
Frenos: la seguridad no es negociable
El sistema de frenado incluye pastillas, discos y líquido. Las pastillas se desgastan más rápidamente en la conducción urbana que en carretera. La DGT aconseja controlar el desgaste de discos y pastillas cada 20.000 kilómetros. Es crucial que los componentes se reemplacen por pares (en el mismo eje) para garantizar una frenada equilibrada y evitar la inestabilidad del vehículo en una detención de emergencia. Cualquier ruido (chirrido o roce) o la sensación de que el pedal se hunde más de lo normal son señales inequívocas de que se necesita una revisión.
3.3. Amortiguadores: estabilidad y confort
Los amortiguadores son vitales para la estabilidad, especialmente en frenadas y curvas. Un amortiguador defectuoso puede alargar la distancia de frenado hasta en un 35% y disminuir la adherencia del neumático al suelo, haciendo el coche más difícil de controlar. Su desgaste es progresivo y, a menudo, imperceptible para el conductor, por lo que es necesario revisarlos profesionalmente en cada mantenimiento. Si el coche rebota excesivamente tras pasar un bache o si el morro se hunde mucho al frenar, es un síntoma de fallo.
La importancia de la revisión preventiva
El mantenimiento no depende solo del kilometraje, sino también del tiempo y las condiciones ambientales.
La ITV y la cultura del mantenimiento
La Inspección Técnica de Vehículos (ITV) es un requisito legal en España diseñado para garantizar que los coches cumplen con unos mínimos de seguridad y emisiones. Los fallos en alumbrado, neumáticos o frenos son los motivos más comunes de rechazo en la inspección.
Preparación para las temperaturas extremas
Los factores climáticos exigen cuidados específicos. La Revista DGT ha publicado consejos sobre cómo proteger el coche de las altas temperaturas, señalando que el calor es un enemigo silencioso, sobre todo para la batería y los neumáticos. El ácido interno de las baterías se seca con más facilidad y el asfalto caliente repercute en la eficacia y el estado de los neumáticos, aumentando el riesgo de reventones.
Un vehículo es una máquina sofisticada y segura si se le proporciona el cuidado que requiere. La prevención es, sin duda, la herramienta más eficaz y económica de la que dispone cualquier conductor. Desde la protección de la pintura hasta el cambio de aceite y la vigilancia de la presión de los neumáticos, cada pequeña acción suma para garantizar que el coche rinda al máximo y conserve su valor con el paso del tiempo.


